Mi nombre es Francisco I. Madero. Nací en la hacienda del Rosario, Parras de la Fuente, Coahuila. Crecí en el campo rodeado de mucho animales. Fui un niño feliz aunque vivía con muchas carencias por que mis padres trabajaban como jornaleros. No aprendí a leer ni escribir porque no asistí a la escuela. A los dieciséis años me tuve que ir a San Pedro de las Colonias para ayudar a mis padres, el patrón me mandó a la escuela porque era mi padrino.
A los veinte años me nombró capataz y ahí pude darme cuenta que los trabajadores del campo tenían un sueldo digno que les alcanzaba para satisfacer sus necesidades pero la mayor parte se los gastaban en mujeres y alcohol. Muchas veces yo los acompañaba.
Yo escuchaba los rumores de la gente, de los campesinos, de los obreros sobre el mal gobierno de Porfirio Díaz; creo que estaban locos.
En 1910 se desató la revolución mexicana, la cual no me importaba. Cuando la bola llegó a donde vivía me hicieron la invitación a participar y me fui con ellos aunque nunca entendí realmente el motivo de la lucha y nunca llegué a ser presidente de la República.
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